“Me encuentro resucitado”, es lo que dice Jacinto Rodríguez después de haber sido protagonista de un episodio de hombre al agua en el mar de Baleares que pudo haber acabado con su vida.
A sus 84 años Jacinto navegaba desde Barcelona con Rumbo a Palma de Mallorca. El viaje tenía un buen motivo. Su barco, el “Duende”, es uno de los veteranos en la Copa del Rey Mapfre de Vela. Jacinto ejerce de armador, aunque hace las veces de patrón, dando rienda suelta a su pasión por la mar. Esa misma mar que pudo acabar con la vida del más veterano de los regatistas de la competición mallorquín.
El primer día de agosto fue el escogido por Jacinto y su tripulación, constituida por su nieto y su yerno, para trasladar el “Duende 52” desde Barcelona a Palma. La embarcación salió por la tarde, con objeto de llegar a primera hora de la mañana a la bahía balear y arribar a puerto.
Por suerte el estado de la mar no era especialmente arduo, aunque sí que había un fuerte viento de componente norte. En un momento de la guardia que correspondía hacer a Jacinto la botavara trasluchó por un cambio en la dirección del viento. Le golpeó y cayó al agua.
Treinta minutos más tarde sus dos familiares comprobaron angustiados que el viejo marinero faltaba de su barco. Eran las 0505 de la madrugada cuando se dio aviso a Salvamento Marítimo. Desde el Centro de Coordinación de Mallorca se ordenó la salida inmediata del buque de rescate en alta mar Marta Mata. A pesar de la premura del equipo de socorristas, el barco tardó 15 minutos en situarse “entre puntas”. Y aún le faltaba entre 3 horas y 3 horas y media para llegar al punto estimado de caída.
Que Jacinto fuera solo al timón en el momento de la caía hacía aún más incierta su situación, pues en la zona arreciaba el viento (que no le afectaba demasiado), además de la corriente que tiene una intensidad de 2 a 3 nudos en el estrecho que forma el canal entre Mallorca e Ibiza.
Salvamento Marítimo contó con la colaboración de dos ferrys de pasaje que navegaban por la zona. De hecho, Jacinto confiesa que se alegró mucho cuando vio que los barcos estaban realizando las maniobras de búsqueda según marca el protocolo de “Hombre al agua”. Sin embargo, el anciano patrón, joven en espíritu y fuerzas, dudaba sobre si sus energías serían suficientes para aguantar hasta el rescate.
Su heroicidad y conocimientos de la mar acumulados durante décadas de navegación le hicieron encabezar una batalla entre su mente que quería luchar por sobrevivir y su cuerpo, que acusaba el cansancio. De hecho el cansancio era su principal enemigo. Por suerte no tenía que preocuparse en exceso por la hipotermia, puesto que la temperatura media del Mediterráneo en esa época del verano es superior a 23 ºC. Con todo, Jacinto era consciente de que no todo dependía de él. Sabía que no podría alcanzar la costa a nado, pero que era fundamental mantenerse a flote y alcanzar algunas de las rutas de los buques que navegaban por la zona.
A penas se encontraba a 10 millas de costa. Lo que le permitía tener una referencia de tierra y marcar un rumbo en su lento pero continuo nado. Sin fuerzas intentó ser visto u oído por un velero que pasó a pocos cables de él. Pero sus esfuerzos fueron en vano.
Al poco, con los primeros rayos de sol al despuntar el alba, oyó el característico sonido de un helicóptero. Se trataba del Helimer, uno de los equipos aéreos de Salvamento Marítimo, al que se sumó en las labores de rescate una salvamar con base en las Baleares y una velocidad más elevada que el barco de auxilio inicialmente puesto a la búsqueda del náufrago.
Sabía que tarde o temprano darían con él, pero ¿aguantaría hasta ese momento?
Poco antes de las 0930 el helicóptero divisó al náufrago. Por entonces el octogenario llevaba más de 4 horas en el agua. De inmediato se iniciaron las maniobras de rescate y todo acabó en una experiencia más que sumar a la larga lista de anécdotas vividas por Jacinto Rodríguez.
Una vez a bordo Jacinto preguntó por la hora a sus rescatadores, y dice que comprobó la hora de su reloj. No se había parado. “No me lo quise quitar el reloj por si servía para identificarme si me encontraban ahogado”, confesó Jacinto, consciente de que participar en la regata “rey” le podría haber quitado la vida.