La navegación a vela es uno de los grandes placeres que nos da el mar. La sensación silencio cuando el motor se para. Sentir como el viento empuja el barco apoyándose en sus trapos y jarcias. Notar la fuerza del aire en el timón o la caña del barco. Son experiencias que a todos nuestros alumnos de las prácticas de vela les infunden un nuevo modo de navegar. Por eso queremos trasladar a través del texto un poco de conocimiento en esta suerte de curso para navegar en velero, del que realmente se aprende a bordo.
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Diccionario de la navegación a vela
Aunque no están todos, sí que hemos recopilado algunos conceptos asociados a la velería del barco.
Abatir: El efecto del abatimiento produce que un barco se distancie de su derrota, sin modificar el rumbo. Se debe a agentes externos, concretamente al viento y la corriente. Para contrarrestarlo se prevé el abatimiento por corriente, dado en las cartas náuticas, y el del viento, por las previsiones meteorológicas, que siempre hay que consultar antes de hacernos a la mar.
Arribar: Esta palabra tiene dos acepciones en el mundo náutico. De una se entiende como llevar el barco a un puerto que no es el de destino original, bien sea por avería, por buscar abrigo o por decidirlo así el patrón. Pero en los barcos veleros también es la maniobra de alejar la proa del viento. De buscar el viento con una marcación mayor a seis cuartas por barlovento.
Acuartelar: Es una maniobra que se utiliza para poner el barco navegando por largo. Lo que se hace es llevar el puño de la escota hacia barlovento, de manera que se ofrece más superficie de vela al viento.
Bogar y ciar: Con la ciaboga lo que se pretende es girar el barco utilizando la mínima cancha posible. De hecho la ciaboga ideal es la que el buque realiza geoestacionario, sobre un mismo punto respecto al fondo. Ciar y bogar son los nombres que reciben la acción de remar hacia popa y hacia proa, respectivamente, de forma que al hacerlo una por cada banda el barco se gira.
Caer: Se dice que un barco cae cuando su proa se desvía hacia cualesquiera bandas, separándose de su rumbo. En vela se utiliza igualmente, pero no hay lugar a confusión de la banda de caída. La voz de caer ordena desviar el rumbo a sotavento.
Derivar: Esta palabra es sinónima de «abatir», sin embargo es más precisa. Cuando un barco deriva lo hace por efecto únicamente de la corriente. De manera que se mantiene a rumbo, pero no sigue la derrota deseada, sino que es desplazado por la superficie por la corriente.
Escorar: La escora es el ángulo que toma el barco hacia una banda con respecto de la vertical. Puede estar producida por un corrimiento de la carga, un desplazamiento de la tripulación o por la acción de un viento.
Fincar: Esta maniobra se realiza cuando hay poca agua bajo la quilla y se pretende mover la embarcación sin velas. Para desplazar el barco se utiliza un bichero o pértiga (en zonas de marismas) que apoyada sobre el fondo ayuda a mover la embarcación. Es una maniobra muy útil en veleros puros que carecen de motor, con objeto de ayudar al atraque.
Guiñar: Cuando el barco se separa momentáneamente de su rumbo e inmediatamente vuelve a él se dice que guiña. Un efecto muy usual cuando hay fuerte oleaje marcado por la aleta o la amura, que produce un desplazamiento horizontal de la nave y requiere un gobierno eficaz para prevenirlo.
Orzar: Un antónimo de esta voz es arribar, que hemos comentado más arriba. En la maniobra de orzar se procura recibir el viento con una marcación próxima a la proa. Una labor que se usar para ceñir y realizar la virada por avante, que vimos en las nociones básicas de la navegación a vela.
En otro artículo de nuestra web, explicamos las partes de un aparejo a vela.

Qué es un buque de vela
Si bien los buques de vela fueron los primeros en surcar los mares, en la actualidad es una especie relegada a regatas, casi en su totalidad. Los veleros más usuales de la náutica recreativa están dotados de máquinas propulsoras. Lo que a efectos normativos lo convierten en buques de propulsión mecánica. Sin embargo, no son pocos los marinos, que llevados por la pasión de la navegación pura, deciden apagar los motores y gobernar a golpe de viento.
Así pues, un buque de vela es aquel que, caso de llevar motor, no lo utiliza, sino que se vale de la fuerza proporcionada por el viento para realizar la navegación. Para estos casos sí que se considera a los veleros como buques de vela, y por tanto sujetos a las normas que regulan la navegación a vela.
No obstante, cabe una apreciación: cuando hay visibilidad reducida (por niebla, por ejemplo). El reglamento considera que un buque de vela ha poder identificarse (las velas o llevando una marca cónica con el vértice invertido cuando se propulse por máquina). Por lo que no hace distinción entre buques de vela y de propulsión mecánica cuando la visibilidad es escasa e impide que los barcos se vean a simple vista. En este caso no se aplican las normas de navegación a vela, sino normas de navegación en visibilidad reducida.
La navegación a vela según el Reglamento de abordajes
La navegación marítima se caracteriza por dos aspectos fundamentales. De una parte se desarrolla en un entorno en constante cambio, por la interacción atmosférica y con otros buques: corriente, viento, oleaje… Además de carecer de señalización constante, más que en zonas próximas a la costa. Por ello, sabiamente, se elaboró el Reglamento Internacional para Prevenir los Abordajes en la mar de 1972, conocido como RIPA.
Los buques de vela, pioneros en el uso del mar como medio de transporte, se ven sometidos a normas concretas atendiendo a sus peculiaridades propias. Así encontramos que el RIPA (la ley de tráfico marítimo) define una serie de reglas de navegación para los buques de vela.
Regla de navegación a vela
A parte de las maniobras habituales para gobernar un velero, el RIPA establece normas de navegación. La regla 12 da las pautas de comportamiento de los veleros entre sí, a lo que se suman reglas posteriores que evalúan los riesgos de abordajes con otras categorías de buques.
Las reglas fundamentales de navegación a vela son tres:
- Cuando dos veleros reciben el viento por distinta banda, el que tenga barlovento por babor gobierna al otro.
- Cuando dos veleros reciban el viento por igual banda, el que se encuentre a barlovento debe gobernar.
- En caso de duda, o de que no se pueda definir la banda de barlovento, se gobierna dejando libre la derrota del otro.
A estas reglas, delimitadas al gobierno entre dos veleros a la vista uno de otro, hay que sumar las que establece el código cuando un barco a vela se encuentra con uno propulsado por su máquina.
Para estos casos se ha de tener en cuenta lo siguiente:
- Un buque de vela que esté dando alcance a otro cualquiera, se debe mantener apartado de la derrota del alcanzado (buque que alcanza gobernará sin tardanza).
- Una vez alcanzado (adelantado) otro barco, nunca se cruzará su proa. Un adelantamiento no da lugar a una situación de cruce posterior.
- Si un velero está siendo alcanzado, está obligado a mantener rumbo y velocidad, en la medida de lo posible. Y si los modifica, hacerlo sin poner en peligro al barco que maniobra.
- Los veleros no deben entorpecer a buques sin gobierno, con capacidad de maniobra restringida o barcos dedicados a faenas pesqueras.
Con todo, a estas normas se suman la obligación de los veleros de no estorbar el tránsito seguro de barcos que solo puedan navegar por canales (lo que puede dar lugar a importantes multas), a los que navegan por dispositivos de separación de tráfico.

Tipos de aparejos
La evolución de la navegación a vela ha venido marcada por el afán del ser humano por llegar cada vez más lejos. Las embarcaciones de vela de hoy en día distan mucho de las primitivas barcas con las que los aventureros se hacían a la mar. El cambio más importante fue la incorporación del aparejo marconi, hace aproximadamente tres siglos. Que aunque lleva el nombre del inventor italiano no está en su nómina.
La vela bermudiana, por ser originaria de las bermudas, y el aparejo marconi, imitación de las jarcias al modo en que Marconi instalaba sus antenas de radio, supusieron una evolución importante en la navegación. Con este tipo de velas se puede navegar teniendo en viento en cualquier marcación, salvo por proa, lo que da mayor versatilidad al barco y eficacia a la navegación.
Relación entre el rumbo y el viento
El aparejo marconi, el más habitual en los veleros actuales, permite navegar recibiendo el viento por cualquier marcación del horizonte, a excepción de las comprendidas entre 35º a babor y 35º a estribor. Es decir, cuando el viento ataca por la proa.
Cuando el viento entra por la amura (entre 35º y 45º) se navega de ceñida, ciñendo el viento. Si entra con una marcación de 90º, entonces se navega de través. Mientras que si el viento nos llega por la aleta estaremos navegando a un largo. Y por último un viento que nos empuje por popa nos hace navegar en popa cerrada.
Para conseguir estos rumbos y que el viento nos llegue con la marcación más conveniente se deben realizar dos acciones: orzar cuando se quiere llevar la proa hacia el viento y arribar cuando se pretende lo contrario, separar la proa del viento.
El mejor rumbo para navegar con un velero de aparejo marconi es por un largo. Cuando el viento incide sobre las velas crea dos fuerzas. Una realiza un empuje lateral, escora la embarcación, y la otra realiza un empuje hacia avante, da propulsión. Cuando se navega por un largo la vela se hincha más, se llena más de viento. Cuanto mayor sea la bolsa de aire que contenga la vela mayor será el empuje hacia avante y por tanto mayor la velocidad del barco.

Maniobras para cambiar de rumbo en la navegación a vela
En un velero a la hora de cambiar de rumbo debemos tener en cuenta un par de consideraciones. Se puede cambiar de rumbo manteniendo el viento por la misma banda. Es decir, pasar de navegar por un largo a navegar de ceñida. En este caso bastará con orzar o arribar dependiendo de si buscamos o no el viento.
Cuando se caza la mayor el barco tiende a ceñir, a aproarse al viento. Mientras que si se lasca el barco tenderá a abatir y la proa se alejará del viento. Pero en ocasiones el cambio de rumbo precisa cambiar el viento de banda.
Para cambiar el costado por donde se recibe el viento se puede hacer una virada por avante o una trasluchada, virada por redondo.
Virada por avante
Si se opta por virar por avante, cambiar el viento de costado pasándolo por la proa, lo primero que se debe hacer es ceñir el barco al viento. Una vez que el viento entra por la amura hay que ganar velocidad, puesto que la efectividad de esta maniobra dependerá de la arrancada con la que la efectuemos. En el momento en que tenemos una velocidad suficiente se pone rumbo al viento, momento en que la vela flameará. Un golpe de timón de 90º nos ayudará a aprovechar la arrancada para cambiar el viento de banda, al tiempo que se caza la génova a la banda de sotavento.
Esta es la maniobra más segura, pero necesita que el barco tenga cierta arrancada para realizarla.
Virar por redondo
La otra opción para cambiar la banda de barlovento es virar por redondo o trasluchar. En este caso se arriba hasta que el viento entra por la aleta. Se asegura la botavara a la vía y se cambia el rumbo 90º, pasando el viento por la popa.
La dificultad de esta maniobra puede ser muy violenta, especialmente el movimiento de la botavara al cambiar de banda el viento. Aunque es bastante aconsejable si hay poco viento y no se puede tomar arrancada para hacer una virada por avante.

Muchos de los que cada día se hacen a la mar piensan que la navegación a vela es la forma más natural de surcar los mares. Se trata de una disciplina en la que el ser humano tiene que poner toda su valía, habilidades y aptitudes para aprovechar el viento y la corriente en su favor. Para mover una embarcación a su voluntad. Pero para lo cual hay que contar con un aparejo adecuado y las nociones básicas para navegar a vela.
Tipos de aparejos en la navegación a vela
Desde las primeras civilizaciones el afán por conquistar el océano ha estado presente en la mente del ser humano. Este afán se ha traducido en la construcción de naves y velas de diferentes tipos, con características peculiares y distintas formas de navegar con cada una de ellas.
Vela redonda o cuadra
Los egipcios eran grandes navegantes. En el tercer milenio antes de la Era Común ya hacían navegaciones por el Nilo y las aguas adyacentes a las riberas aprovechando la fuerza del viento. Para ello utilizaban una vela conocida como redonda o cuadra.
Este tipo de vela sigue vigente en la navegación de grandes veleros y algunas embarcaciones menores. Su forma es trapezoidal, siendo el borde superior el grátil, el inferior el pujamen o batidero y los costados las caídas.
El grátil se une a la verga. Un madero ligero que se usa para izar o arriar la vela a conveniencia. No obstante, la vela no va enrollada sobre la verga, por lo que para que sea efectiva la navegación se requiere que esté completamente abierta, lo que se consigue con una driza solidaria a la verga. La forma de aumentar la velocidad de la nave y de buscar el viento es utilizar dos escotas cogidas en las empuñaduras inferiores. De esta manera la vela gira tomando como eje el mástil y puede surcar las aguas allende de los mares.
Los buques a los que se monta esta vela son adecuados para navegar por aguas poco profundas, como canales, ríos, bahías, radas… Carecen de orza por lo que sus quillas planas pueden permitir varar. La navegación con estas naves es muy cómoda cuando el viento proviene de una marcación de popa cerrada o coincidente con el ángulo de alcance. Pero es inútil para navegar con un viento que marque por el través o a proa del través.
Vela latina o de cuchillo
La necesidad de crear embarcaciones más rápidas, con fines comerciales, propició la evolución de la navegación a vela. Fue transcurrido el siglo V cuando romanos y bizantinos comenzaron a utilizar una vela triangular cuya forma se asemeja a la de un cuchillo, la vela latina.
Esta vela se enverga en un madero que sostiene la vela (entena), que para tener mayor dimensión puede estar formado por dos maderos menores (perchas). La entena es solidaria a una driza mediante un estrobo y este a su vez a un aparejo diferencial unido a la borda del barco, que permite izar o arriar de la troza (madero inclinado que hace de mástil).
Esta vela, por contra de la de cuadra, permite navegar de ceñida (marcando el viento por la amura) y por tanto realizar una derrota en zigzag que gane cancha al viento. Sin embargo, no es aconsejable navegar con el viento por popa, porque puede trasluchar la verga y romper los aparejos.
Según el viento esté a barlovento o a sotavento de la troza, así será la navegación. Hay que tener en cuenta que la vela no se puede cambiar de banda.
- Navegar a la buena: es el modo más cómodo. La vela queda a sotavento de la troza y se puede hinchar toda.
- Navegar a la mala: la vela está a barlovento del mástil, por lo que fuerza de la vela descansa sobre el mismo, corriéndose el riesgo de rasgar la tela o romper la troza.

Vela marconi o bermudiana
El aparejo más común en las embarcaciones veleras recreativas es el aparejo marconi. Recibe el nombre del inventor italiano porque su diseño para sostener los cables telegráficos sirvió de inspiración para sostener el mástil del velero. Aunque la vela tiene su origen en las Islas Bermudas.
Permite navegar recibiendo el viento por cualquier marcación, salvo por la proa, teniendo en cuenta algunas nociones básicas de la navegación a vela.
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